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Un repaso por el jardín andalusí

  • Guillermo Gomez Aragón. Comisario de Mizuagua
  • 13 mar 2017
  • 1 Min. de lectura

Partimos de la idea de que el jardín es un espacio natural que se inserta en el entramado urbano, e incluso en la vivienda. Las casas que nos legaron los andalusíes giran en torno a un patio, siendo un eje prioritario en la vivienda. En el caso palatino de la Alhambra, además se añade el factor “lujo” que rodea a la figura del sultán.

¿Y cuáles son esos lujos que puede ofrecer un jardín al Señor de la Alhambra? Tengamos siempre presente que la cultura de Al-Andalus gira en torno a la religión, y dentro de la religión musulmana la mayor recompensa es el Paraíso. Se trata de los jardines del Edén, un lugar donde siempre es primavera, hay amplios jardines y fuentes perfumadas, frutas deliciosas, …

Como vemos, la Yanna -el paraíso coránico-, es un lugar lleno de lujos que nos embriaga por los cinco sentidos. El olor a alcanfor, el rumor del agua al correr, el sabor de las mejores naranjas, todos estos detalles son una forma de elevarse al Paraíso, a la vez que una muestra del poder del propietario; cuanto más raras las especies, mejores sus olores y sabores, más nivel económico se revela y por tanto mejor gusto.

Por tanto, cuando visitamos los jardines de la Alhambra, tenemos que tener presente no sólo la vista y los juegos de espejos de sus acequias o el equilibrio y simetría de sus patios, sino que debemos utilizar todos nuestros sentidos para verdaderamente comprender este lugar.


 
 
 

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